lunes, 14 de mayo de 2012

Importancia de la identidad


IMPORTANCIA DE LA IDENTIDAD




A pesar de que el término identidad tenga varias acepciones, podemos decir que la identidad de un pueblo es el conjunto de características propias que lo hacen diferente a los demás; es su esencia, su historia, su gente y su cultura manifestada a través de sus costumbres, tradiciones, su manera de ver el mundo y de concebirse en él. Es cierto que la identidad de un pueblo puede verse en crisis, pero esto dependerá en gran medida de la percepción que sus habitantes tengan del mismo, influida a su vez por factores externos como imposición o conquista.. Este concepto no es estático, sino dinámico, esta expuesto a las múltiples influencias tanto internas como externas de cambio, en virtud de sus propias interacciones. La identidad de un pueblo por tanto no se puede definir como esencia, sino como proceso, algo que está siempre en construcción. Existen otros factores que condicionan la identidad como son los desastres naturales (un terremoto, un incendio, un plaga),  la escasez de recursos (malas cosechas, falta de agua, agotamiento de los recursos) el cambio político por vías democráticas o violentas (golpe de Estado, guerra) o económicos la instalación de una gran industria o el crecimiento urbanístico. Los cambios que afectan a la identidad de un pueblo pueden ser de diverso tipo evolutivo y pueden ser sincrónicos (en un momento dado) o diacrónicos (a lo largo del tiempo). Podemos afirmar por tanto que existe por lo general una fuerte relación en el desarrollo de la identidad entre fenómenos exógenos y sincrónicos y fenómenos endógenos y diacrónicos. Es decir, los cambios que se producen en una comunidad son más rápidos y en un momento dado generalmente cuando son provocados por agentes externos y más lentos y a lo largo del tiempo cuando tienen su origen en la propia comunidad.

También hay que considerar la identidad como una asimilación de valores y pautas de acción que adoptan las personas  y que los asumen como propios,  no como resultado de una denominación de origen o toponimia, sino como conciencia de pertenencia a dicha comunidad. En este sentido la identidad de un pueblo es un gran dinamizador de fuerzas en interacción empujando o frenando en distintas direcciones, en una relación dialéctica desde el interior y con el exterior que son las que van conformando la idea de conjunto, de sistema abierto y dinámico expuesto al juego de tensiones y conflictos, de intereses y expectativas que determinan la personalidad colectiva.

Hechas estas aclaraciones, la identidad no se pierde a pesar de los cambios, solo se transforma. Las personas siguen asumiendo su pertenencia a una comunidad determinada aunque esta haya cambiado totalmente. Este hecho no quiere decir que se produzca con la aceptación y conformidad de todos, muy al contrario como se dice anteriormente, muchas veces esos cambios son forzados y provocan el rechazo de parte de la población, aunque los asuman pacíficamente y con resignación. Obviamente los cambios terminan por asimilarse y acaban incorporándose a la identidad colectiva aunque sea sin agrado. En cualquier caso para la reflexión sobre  la identidad comunitaria existen factores de interés generalmente económico que determinan la orientación de los cambios, en el que los sectores sociales más  activos e  influyentes inciden para que estos se produzcan. Pero esto no quiere decir que sea lo ideal ni lo mejor para todos, es posible incluso que el cambio produzca mayores perjuicios que beneficios para la mayoría, pero esto ya es una cuestión de dinamización social comunitaria, de acceso a la información y de conciencia identitaria, para la conservación sin nostalgia de un pasado mejor, de una serie de aspectos que habían servido de señas de identidad y como resultado de procesos históricos labrados durante siglos. Aquí es donde la comunidad debe plantearse como definir su identidad y hasta donde aceptar los cambios, un ejemplo de aquello es Chiloé Una geografía desbordante en madera marcó una forma de hacer las cosas, hasta el día de hoy, y la cual ha contribuido al desarrollo cultural de un pueblo, como también la forma en que se ha ido desarrollando una cultura vernácula. Esta condición, se puede ver reflejada en cómo el chilote toma la naturaleza, la transmuta y con respeto la traduce en una casa, tejuela, bicicleta, violín, cuchara, plato, manto, telar, etc.; porque es lo que le enseñaron, le transmitieron de generación en generación y porque finalmente es lo que sabe hacer. De esta manera, el chilote comienza a desarrollar una cultura entorno a este material, una cultura de la madera. La madera, como materia prima, ha permitido la supervivencia en cuanto a cobijo y trabajo se refiere para el chilote; la madera ha sido y es parte de la historia de Chiloé. 



Como un organismo vivo, refleja en todo lo que toca el espíritu y la forma de ser que tienen los chilotes. La arquitectura, sus artilugios, la religión, la política, la economía y hasta la calefacción al interior de los hogares han sido posibles gracias a la madera y a la inteligencia e ingenio del isleño para darle forma y color a lo que hace, a lo que construye y a lo que le permite lograr dentro del gris paisaje que lo amenaza cerca de 9 meses al año; diferenciarse del vecino, distinguirse del bosque y muchas veces servir de guía para las embarcaciones que navegan entre medio del fiordo y la niebla. Es bajo

este escenario, en una constante necesidad de subsistir, en donde el hombre descubre sus capacidades y las potencia.


Con una verdadera identidad dinámica, marcada por el clima, la luz y sus estaciones, la forma cultural de Chiloé se construye día a día, de la misma manera en que se construye y reconstruye su paisaje.

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